El estado de salud de la gestión activa
El estado de salud de la gestión activa
La desaceleración de la entrada de AUM en fondos de gestión activa viene dándose des de 2014, hasta el punto de entrar en recesión en 2020. A su contra, el capital gestionado en fondos pasivos ha ido aumentando exponencialmente des del año 2000. En 2011 los fondos pasivos suponían el 8% de capitalización del mercado de valores americano frente al 20% de los fondos de gestión activa. En 2021 los fondos pasivos ya representaban el 16% de la capitalización mientras que los fondos de gestión activa habían bajado hasta el 14%. El estado de salud de la gestión activa no es una particularidad del mercado americano, sino que es un fenómeno global.
Un artículo publicado recientemente por el Financial Times expone el estado actual de los dos tipos de gestión y busca conclusiones del porqué de este fenómeno. Una de las razones de esta tendencia radica en la ampliación de la oferta de ETFs, haciéndose más competitiva en costes, ya que la gran mayoría sigue un índice y su gestión es altamente automatizable. El cambio de la gestión activa a la gestión pasiva reduce costes del proceso de gestión del fondo.
Otra derivada, también publicada en el Financial Times, es la concentración de capital en las firmas más grandes. Las 10 gestoras de fondos más grandes administran el 66% de los activos pasivos, potenciando un escenario de concentración oligopólica entre estas firmas.
Si los fondos de gestión activa quieren volver a atraer capital y a ser competitivos deben automatizar más los procesos de inversión y ampliar el alcance de las estrategias, a la vez que incentivar al analista a centrarse en las tareas donde aporte más valor: el análisis y la selección de los escenarios más favorables a largo plazo. En AInvestor creemos en la gestión activa y por eso ofrecemos soluciones que automatizan los procesos de diseño, seguimiento y rebalanceo de los portafolios, aportando una Alpha extra a través de análisis cuantitativos y la recomendación asignaciones. Esto ayuda a maximizar los resultados de la estrategia del analista, le permite gestionar más valores y a estar más diversificado. En consecuencia, se pueden bajar los costes de administración del portafolio y aumentar los resultados de la gestión activa volviéndola a hacer atractiva tanto a los ojos de los gestores como de los inversores.